El respeto y la buena convivencia dentro de la familia es un pilar fundamental para el desarrollo óptimo de todos los miembros que la integran.
Los padres, en concreto, juegan un papel esencial es este sentido, ya que son el ejemplo más cercano que tienen los niños para aprender a relacionarse, a desarrollar una buena convivencia y para establecer unos patrones básicos de comportamiento para su proyección con el resto de la sociedad.
Cuando los niños llegan al mundo desconocen las normas, no son ni buenos ni malos, y necesitan la guía de los padres para conocer los límites que requiere cada situación.
Poner límites claros y razonables es una de las tareas que se deben realizar desde la infancia para que estos pequeños no lleguen a convertirse en “tiranos” y aprendan a convivir con los demás.
10 pautas para poner límites en la infancia:
1. Ser objetivos.
Tenemos que plantear las normas de forma muy concreta. Cuando decimos pórtate bien, sé bueno,… a menudo los niños no entienden qué es lo que realmente deben hacer.
Por ello es mejor hablarles de forma más concisa: Dame la mano para cruzar la calle, Habla bajito en el médico, Recoge los juguetes y ponlos en su sitio,…
2. Ofrecer distintas opciones y sugerir alternativas.
Al ofrecer a los niños distintas opciones para que ellos mismos elijan les estamos dando la oportunidad de elegir cómo cumplir las normas. Y al mismo tiempo eso les va a dar sensación de poder y control.
¿Qué bolas prefieres, las azules o las marrones? Es hora de salir, ¿qué prefieres ir al parque o a la plaza?
Además si damos alguna alternativa dentro de la norma ésta parecerá menos negativa y estaremos respetando los sentimientos y deseos del niño:
No puedes ver la tele mientras comemos, pero después podrás ver los dibujos animados.
3. Ser firmes.
Si se ha decidido establecer una norma y después no la seguimos, automáticamente se va a perder credibilidad.
Por ello se ha de mostrar seguridad al decir la norma, y nunca ponerla en duda, aunque a medida que los niños crecen se pueden ir adaptando a su edad.
La firmeza la puedes conseguir manteniendo la mirada y con voz firme y segura, pero siempre sin gritar.
4. Acentuar lo positivo.
Es más adecuado decir al niño lo que debe de hacer (habla bajo) que lo que no debe de hacer (no grites).
Cuando les decimos solamente ¡no! o ¡para! no estamos explicando el comportamiento que nos gustaría (recordemos ser concretos).
A todos nos gusta que nos elogien, y a los niños por supuesto que también, por ello se les debe de dar nuestra aprobación cuando hayan cumplido una norma. Eso reforzará su buen comportamiento.
5. Mantenerse al margen.
Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal para no crear una lucha de poder personal con los niños.
“Es la hora de cenar, deja de jugar” o “son las 9, hora de cenar” y se le enseña el reloj. En este caso los posibles conflictos o sentimientos del niño estarán entre el reloj y él mismo, no con nosotros.
6. Explicar el porqué.
Si el niño entiende el motivo de una regla se sentirá más animado a obedecerla. Los motivos hay que expresarlos en pocas palabras para evitar que se distraigan (volvemos a la concreción).
Al explicar el porqué de una norma les estaremos ayudando a desarrollar valores internos de comportamiento.
7. Ser consistente.
Se deben establecer rutinas en el funcionamiento cotidiano, por ejemplo en la hora de irse a dormir, la hora de comer o la hora de llegar a casa.
Estas normas deben establecerse sin dejarnos llevar por nuestros gustos, miedos o comodidades, y se deben flexibilizar y razonar en situaciones concretas como los cumpleaños u otros días de fiesta.
8. Desaprobar la conducta del niño, no al niño.
Esto es que debemos hacer saber a nuestros hijos que la desaprobación es la de su comportamiento, rechazamos su comportamiento no a él mismo
Hay una diferencia entre decirle eres malo, donde estamos desaprobando al niño, a decirle no muerdas que es dónde estamos desaprobando su conducta.
9. Controlar las emociones.
Si nos dejamos llevar por nuestras emociones no vamos a poder enseñar a nuestros hijos de manera eficaz. Por eso si estamos muy enfadados es conveniente mantener la calma para no caer en imponer un castigo que seguramente será más severo.
10. Decir “NO” de forma razonada.
Es preferible poner un límite y saber decir “no” en un momento preciso antes que dejar pasar las cosas.
Hay que explicar a los niños lo que deben hacer, por qué y de qué forma hacerlo, todo ello hará que se sientan orientados y no tan coartados.
No se debe abusar de los “no tajantes”, se ha de hacer de manera razonada: esto no puedes hacerlo por tal o cual cuestión”.
Los límites son los que dan sentido a las acciones y al comportamiento cotidiano. Enseñan a predecir lo que va a ocurrir, lo cual dota a los niños de confianza y de seguridad personal.
También sirven de modelos a imitar y les va a ayudar a saber distinguir lo que está bien de lo que está mal. De esta forma les será más fácil el ordenar y organizar sus pensamientos y se estará favoreciendo el respeto hacia los demás y la convivencia en sociedad.
Si no pusiéramos límites a nuestros hijos estaríamos generando que actuaran de forma irresponsable y con una ausencia total de valores.
Fuente: Servico de Orientación Psicológica Familiar