Cómo saber si tengo depresión

¿Cómo saber si se tiene depresión?

Ocasionalmente todos nos podemos sentir melancólicos o tristes, no obstante estas sensaciones suelen ser pasajeras y desaparecen en unos días. Pero cuando estos sentimientos se prolongan en el tiempo e  interfieren en nuestra vida diaria, en el desempeño normal y causan dolor, tanto a nosotros como a quienes nos rodean, estaríamos hablando de depresión.

La depresión es una enfermedad común, es el trastorno emocional más frecuente que implica cambios importantes en nuestra forma de sentir, de pensar y de actuar.

La depresión puede ser producida por la forma en la que afrontamos ciertos  cambios vitales como la pérdida o la enfermedad de personas queridas, enfermedad propia, o todo un amplio abanico de problemáticas: familiares, del trabajo, económicos, cambios de domicilio, etc.

En definitiva cualquier acontecimiento que implique que la persona se vea privada de algo que considera importante o subjetivamente relevante.

Cuando una persona percibe estas pérdidas pasa por un período normal de tristeza, pero si no sabe afrontarlas con eficacia, comenzará a sentir cambios emocionales, cognitivos y conductuales y empezará a deprimirse.

Cómo puedo identificar la depresión

A nivel emocional, puede que se tengan muchas ganas de llorar, que se note tristeza, y no es infrecuente que aparezcan otros sentimientos desagradables como irritabilidad o ansiedad.

A nivel corporal, se suele notar cansancio continuo y excesivo, pérdida de apetito, problemas de sueño, tensión muscular, opresión en el pecho y muchos más.
También es muy corriente notar una importante disminución del deseo sexual.

A nivel de pensamientos se tiende a ver el lado oscuro de las cosas. Es como si la realidad se enturbiara de un oscuro matiz que hace verla teñida de pesimismo y negatividad.
Se suele pensar mal acerca de uno mismo: nos desvalorizamos y nos culpamos por muchas de las cosas que hicimos.
No se entiende la vida, el mundo parece un lugar hostil y absurdo en el que vivir y el futuro se percibe como un callejón sin salida, sin esperanza, con pocos deseos de continuar.

A nivel conductual, se reducen las actividades, emerge la pasividad y la inercia es la que domina. De forma progresiva se deja de salir, de ver gente o incluso, de ir a trabajar.
Se llega a descuidar la higiene y la apariencia física, las tareas de casa y poco a poco el día a día se pasa entre el sofá y la cama, llorando y quejándose de manera continua.

“La depresión nos crea una visión negativa de uno mismo, de nuestro entorno y de nuestro futuro”

máscara de felicidad y de tristeza

¿Por qué hay personas que se deprimen más que otras?

Si analizamos la vida de cualquier persona, nos encontramos con que todo el mundo, más pronto o más tarde, se ve sometido a alguna pérdida, y sin embargo, la mayoría no llegan a deprimirse clínicamente.

La respuesta tiene que ver con el concepto de “vulnerabilidad psicológica hacia la depresión”.

Hay personas que son más vulnerables a padecer depresión debido a su estilo de vida falto de satisfacción, su forma de pensar, sus carencias en habilidades y apoyo social.

Las personas que realizan muchas actividades agradables, son personas menos predispuestas hacia la depresión.

El bienestar de este tipo de personas se sustenta sobre muchas áreas de satisfacción y la pérdida de una de ellas no supone un grave desequilibrio.

Si una persona disfruta de su trabajo, de sus amigos, de su familia, del deporte, de la música, de la lectura, del cine, de viajar y de la jardinería,…,  estará mucho menos vulnerada a deprimirse, que si sólo disfrutase de su trabajo y del fútbol.

Nuestra forma de pensar está determinada por nuestro aprendizaje.

niños jugandoDesde la más tierna infancia vamos aprendiendo una serie de esquemas o creencias, con las que organizamos nuestra vida.

Si el contenido de esas creencias es inadecuado, favorecerá la aparición de la depresión.
Ejemplos:

  • la creencia de que uno mismo no es lo suficientemente valioso o que incluso está por debajo de los demás,
  • la creencia de que cuando uno comete un error debería recibir un castigo severo (que suele ser administrado por uno mismo en forma de terribles remordimientos y sentimientos de culpa)
  • la creencia de que el mundo debería ser un lugar maravilloso en el que vivir, donde no hubieran problemas, ni contratiempos, ni desgracias.

La importancia de las habilidades sociales

Las habilidades sociales tales como saber iniciar conversaciones, saber hacer peticiones, recibir críticas, saber pedir ayuda o saber decir no, son herramientas necesarias para relacionarnos eficazmente con los demás.

Estas habilidades se aprenden a lo largo de la educación, pero si el aprendizaje es incorrecto o insuficiente puede vulnerar a la persona a sufrir trastornos psicológicos en general, y depresión en particular.

Por ejemplo ante un cambio de trabajo una persona con deficiencias en habilidades sociales probablemente no sepa adaptarse a ese nuevo entorno social y es posible que se produzca una depresión. Además de que la falta de habilidades sociales podría provocar que una persona en proceso de depresión no pidiera ayuda a familiares o amigos o incluso a profesionales.

El apoyo social

Por otro lado, en ocasiones el problema no está directamente en la inhabilidad social del sujeto sino en la ausencia de un apoyo social adecuado.

La persona no estaría arropada por un entorno social cálido que le pueda ofrecer apoyo y ayuda en momentos difíciles.

Las pérdidas de reforzadores son problemas o cambios que las personas tienen que afrontar y resolver. Por esa razón la falta de habilidades para resolver problemas puede ser otro factor que aumente la vulnerabilidad de la persona a padecer depresión.

A pesar de que estos factores aumenten las probabilidades de padecer depresión, no significa que por el hecho de que una persona tenga una o varias de estas características automáticamente se vaya a deprimir.

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